Liberándose del estrés. [18+] [Priv: Kiku]

El taiwanés no podía entender como había sucumbido tan rápidamente al encanto de la melancolía. Cualquier persona asiática que entraba al local, le recordaba terriblemente al hermano mayor chino al que había abandonado.
Así pues, se encontraba en uno de los baños reservados a los trabajadores del café, aclarándose la cara en el lavabo con el intento en vano de olvidar todo aquello, y pensar en la nueva vida que le esperaba.
Sin embargo, notó como sus ojos se empezaban a empañar, haciendo que apretase los dientes en un gesto de irritación.
-¡No, Kuo! ¡Hiciste bien en irte! -Intentó autoconvencerse, limpiándose los ojos todo lo rápidamente que podía. Los hombres no lloraban.

Apretó el contorno de sus palmas contra la superficie de porcelana del lavabo, obligándose a mirar al espejo. Aunque el vestido le hacía dudar de su virilidad en aquellos momentos, su tez le recordaba que aún tenía una vida por delante, que eso sólo había sido un bache en el camino.

Hoy se dedicó a sus estudiós muy a fondo debido a que los últimos días un extenso cansancio se le notaba en la cara haciendo a sus profesores de la universidad preocuparse por él pero el japonés solo negaba con respeto, solo enfrentaba un ligera crisis era lo que solía responderles. Claro que estas palabras no convencerían mucho debido a la procedencía de este pero nadie sabía que era el heredero de todo un imperio empresarial, o que estaba a punto de serlo siempre y cuando no olvidará las palabras de su primo.
Con su nueva vida le llegaron nuevas sorpresas sobre todo la de trabajar en ese Club. Dejando eso de lado descubrió que con alguien la paciencia y el respeto no lo tenía tan presente observando a cierto albino que estaba muy cómodo en el sofa de su departamento-me voy a trabajar, por favor cierre la puerta cuando decida irse- para después escuchar "mi grandioso yo ..." Cerro los ojos frunciendo el ceño y de un jalon de igual forma cerro la puerta en donde esas palabras quedaron enmudecidas, sonrió al escuchar los reclamos del otro. No lo negaba, 'ore-sama' es un buen amigo a pesar que en su primer encuentro el japonés se shockeara pero en el segundo, Kiku aprendió a golpear(?) Algo tenía que hacer, no se dejaría poner un dedo encima por ese... Si se encontraba ahí es que llegaron a volverse muy buenos amigos desde ese entonces y descubrió que a Gilbert le gustaba al igual que él mucho Katekyo Hitman Reborn(?)-notesé que el albino estaba en casa del japonés. Veía Katekyo-
Ya al llegar al Maid Club se vistió con el vestido de sirvienta que lo hacía sentir desprotegido, seguía odiando que se le vieran tanto las piernas pero era parte del plan si es que lo podía llamar de esa forma. Decidió entrar al baño para arreglarse el cintillo pero cuando entró se encontro con una escena curiosa posando su mirada en el otro pero no fijamente ya que los ojos profundos y distantes del japonés y aquellas facciones serias solo se posaron el el reflejo del espejo del chico que se observaba en el espejo. Le resto importancia y solo se acercó al lavabo acomodandosé el cintillo-buenas tardes fué lo unico que dijo observando a este de reojo... ¿Eso eran lágrimas acaso?

Se sacudió el pelo, revolviéndoselo sin importar las consecuencias de esto, a pesar de ser él tan arreglado. Tuvo cuidado de no rozar el largo tirabuzón que botaba de un lado a otro como resultado del continuo movimiento de negación de su cabeza.
Tenía que dejar de pensar en eso ya, o la situación se descontrolaría y acabaría en comportarse como el infantil y caprichoso chico que no quería ser. ¡Su hermano era agua pasada!

Como si el destino quisiese echarle la mano, una dulce voz masculina le liberó de sus pensamientos, haciendo que se girase con una mezcla de vergüenza y sorpresa.
No tuvo tiempo de limpiar la pequeña lágrima que descendía por su tibia mejilla, quedándose quieto en el sitio al ver a uno de los maids del lugar donde trabajaba.
-Ni... Ni hao... -Parpadeó, poniéndose nervioso sin saber muy bien por qué. Notaba una extraña sensación en su pecho, diferente a todas las que había sentido antes.

Giró la cabeza para poder observarle mejor mientras este comprobaba su reflejo en el espejo. Nunca se había fijado antes en el chico que ahora le hacía compañía en el baño, ya que apenas hacía mucho tiempo desde que había aterrizado al café. Se llevó la mano al cuello del vestido, que por alguna extraña razón, comenzaba a picarle como si le molestase. ¿Había subido la temperatura del recinto? No sabía exactamente que le pasaba, sin poder apartar la mirada del otro. Ese pelo oscuro que le caía con tanta gracia, los ojos rasgados como si alguien los hubiese cincelado... Eran un conjunto de características que hacían que el corazón del taiwanés latiese más rápido.

De pronto, se percató de una cosa. Había parado de sollozar, pero aún así, la marca reciente de su lágrima y sus mejillas sonrojadas le hicieron avergonzarse repentinamente, limpiándose como pudo.
-Perdón, ¡e-estaba pensando en otras cosas!

El japonés siempre fue alguien muy reservado, debía admitir que en ningún momento se había acercado absolutamente a nadie además que nunca lo creyo importante en su vida. Lo observó detallando el reflejo en aquel espejo del jovencito pero ya le había restado importancia a sus razones aunque si se acerco a acomadar su cintillo ¿por qué siempre lo hacía? Siempre estaba perfecto.

Fue cuando llamo su atención por primera vez al escucharlo tartamudear, ya le había saludado con un 'Buenas tardes' por lo que solo asintió y poso su mirada en el espejo perdiendo su vista en el mismo. Él se encontraba en ese lugar por cuestiones que se le presentaron en la vida, en el fondo no le gustaba para nada y a diferencia de sus compañeros en el trabajo, este no tenía que preocuparse en lo absoluto con los pagos de sus estudios. En parte era increible como de repente solo por orgullo te puede cambiar la vida... Se fue en sus pensamientos hasta que recordo de la personita que tenía al lado...

Se sintió solo un poco intrigado por aquella lágrima que daba a entender que este había llorado recientemente pero... Ese asunto no le concernía en lo absoluto además que el chico era un total desconocido y tampoco lo había visto antes, al menos que el recuerde por que lo otro era que jamás se le olvida una cara. Esas lágrimas que empañaron su rostro con aquel sonrojo lo hacían ver tierno y a la vez frágil, inocente... (No tanto como Tino pero así lo vió el japonés) ¿cómo alguien como él se encontraba en ese lugar?

-no tiene por que disculparse- le dijo recargando ambas manos en el lavabo y observando a este pero nuevamente con el reflejo del chico en el espejo-sea lo que sea ya quedo en el pasado... ¿Está bien?- sonrió un poco y lo observo fijamente a los ojos -además de que el jefe no le gustara verte así...